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La Opera Prima “El tango del viudo” de Raúl Ruiz llega con audio integral a la XXXVI edición del Festival de Cine Ibero-Latino Americano de Trieste: será el primero de los tres Eventos Especiales

Artista ecléctico, descomunal director que ha producido más de un centenar de obras, muchas de las cuales han sido vistas, estudiadas e incluso codiciadas por la crítica cinematográfica por haber profundizado en el tormento y en la rebelión inteligente, lo que ha convertido a Raúl Ruiz en una de las figuras más importantes del cine mundial.

Una immagine del film “El tango del viudo” di Raúl Ruiz

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fecha de publicación: 1 de octubre de 2021

Es emocionante poder anunciar que, a sorpresa, llega a Trieste El tango del viudo, la Opera Prima del gran director franco-chileno producida en 1967. Una copia, sin audio, fue encontrada en 2017 en una vieja sala de cine en Santiago de Chile. Valeria Sarmiento - viuda de Raúl Ruiz - junto con una colaboradora, logró rescatar los diálogos gracias al inmenso trabajo de expertos en leer los movimientos labiales y que ella había contactado. Posteriormente, la película fue cuidadosamente restaurada y presentada por primera vez al Festival de Cine de Berlín en febrero de 2020.

Luego, a causa de la pandemia, la obra no prosiguió su circulación en festivales, pero gracias al trabajo constante y de alto nivel, la 36.ma edición del Festival de Cine Ibero-Latino Americano de Trieste tiene el gran honor de proponer en esta ocasión El tango del viudo a nivel internacional con audio 

integral. La película formará parte de los Eventos Especiales del Festival, cuyo programa se ilustrará en las Conferencias de Prensa de los días 28 y 29 de octubre de 2021.

Un evento que implica un sentimiento mundial, ya que la memoria y las obras de Raúl Ruiz encontraron siempre la acogida en los festivales de Cannes, Locarno, Berlín y Venecia. Fue el único cineasta, por ejemplo, que tuvo la audacia de realizar un film, El tiempo recobrado, basado en la obra de Marcel Proust Le temps retrouvé ("El tiempo recobrado"), algo que ningún cineasta se había atrevido a hacer antes, por temor de no estar a la altura de la obra proustiana. Raúl Ruiz se atrevió y fue un gran éxito; el talento, la audacia, la autocrítica y el profundo respeto por la cultura lo llevaron a producir una película sin duda digna de su autor de referencia, gracias también a la preciada participación de actores como John Malkovich, Emmanuelle Béart y Catherine Deneuve, quienes, junto con Chiara Mastroianni, Michel Piccoli y Nicolas Sarkozy, entonces presidente de Francia, asistieron a su funeral en agosto de 2011.

Considerado por muchos como un misántropo, se dice que el cineasta franco-chileno tenía pocos amigos y que dedicó la mayoría de su tiempo - por no decir toda su vida - a buscar la clave que revelaría la corrupción existencial como condición innata del ser humano, inaceptable para él. En particular, Raúl Ruiz centró su atención e indignación en su país de origen, Chile, donde inició su carrera como director profundamente afectado y herido por el golpe fascista de 1973.

¿Realmente era un misántropo? ¿O estaba tan profundamente enamorado de la pureza que la anhelaba ardientemente como naturaleza antes que el hombre? En El cuerpo repartido, Raúl Ruiz subraya claramente el tema central de sus obsesiones: la degradación humana en la lógica causa-efecto, la incapacidad de cultivar la duda como crecimiento intelectual, la crítica despiadada del cine de masas que no educa al espectador en el pensamiento crítico, al contrario, lo empuja aún más en la fosa de las ideas preconcebidas por un sistema vacío y corrupto. Además, es imposible no recordar el tan querido y codiciado tema del doble, principio primigenio de la producción de Raúl Ruiz, especialmente como dramaturgo en su obra maestra, La maleta, que revela en clave irónica una visión freudiana por un lado 

y exalta la desestabilización del hombre desde un punto de vista existencial por el otro, ya que el protagonista lleva a su doble dentro de su maleta y se enfrenta a situaciones que rayan en lo absurdo y que dibujan, con una técnica deliberadamente alterada, la locura de la sociedad que le rodea, una sociedad que no se siente responsable de esta situación, por ser inepta e incorporada al mecanismo de aceptación. Al final, sin embargo, será el doble quien se libere de la maleta y encierre al personaje principal que, de consecuencia, se convertirá en el doble del doble. El reflejo del doble, por lo tanto, no se reduce solo a una crítica espasmódica de la sociedad, sino que se eleva a la autocrítica necesaria para entenderse a uno mismo y entender su lugar dentro del sistema que inevitablemente lo envuelve. Raúl Ruiz se propone como el primer vagabundo en este vórtice sistémico, pero trata de señalarse como ejemplo, probablemente inconsciente, en cultivar la duda y la desconfianza en el conformismo y en todo lo que la ley o la lógica preestablecida definen como “natural” y, por tanto, inevitable.

Es necesario precisar que Raúl Ruiz llevó a la exasperación el intento de llegar a las conciencias con su inmenso trabajo, siempre teniendo una espina específica en el costado: la sociedad chilena.

Siendo él mismo un ciudadano chileno y habiendo vivido el golpe de Estado como el peor de las ofensas sociales, pero sobre todo existenciales, solo puede expresar su disgusto en una forma de arte como la película Tres tristes tigres y Palomita blanca, esta última fue secuestrada durante casi veinte años por la dictadura, dado que demostraba de modo franco y sincero la evidente corrupción política y la aglomeración de los ciudadanos chilenos que digerían, inconscientes, toda la podredumbre de la violencia y del abuso.

Una producción colosal, la del gran Raúl Ruiz, que ha permitido y nos permite adentrarnos en sus obras con curiosidad documental, con discreción, para respetar un trabajo tan profundo hecho no solo de producción técnica, sino sobre todo de un amor sin límites por la humanidad, por sus derechos esenciales y por el genio que encierra esta “enciclopedia humana” incansable y en perenne contradicción con su época. E, inevitablemente, uno se pregunta cuál es nuestro papel en todo esto, y 

José Román ha respondido con audacia recordando a su querido amigo Raúl: “Aún le quedaba mucho trabajo a este incansable creador cuando murió. Para todos los que todavía estamos aquí, el trabajo es recurrir a una obra inmensa en sus múltiples dimensiones”.

 

Artículo en italiano de Francesca Schillaci

Traducción al español de Eleonora Valente